Este artículo es colaboración de @GoMonroy
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Una vez establecida la Asociación Nacional de BaseBall (ANB) en 1871, con 25 clubes (o 26 si se cuentan dos equipos de Chicago), vino una etapa de reestructuración en la liga, pues varios clubes desaparecían o se fusionaban para tratar de competir con las Medias Rojas de Boston, que fue el equipo dominante al ganar el pentacampeonato de 1871 a 1875.
Otros factores, menos elegantes pero igual de amenazantes, como las apuestas ilegales y la inestabilidad financiera de algunas ciudades y clubes forzaron la desaparición de varios equipos.
Finalmente, ya para 1876, la ANB desaparece formalmente para darle paso a la Liga Nacional, que sería la precursora de las Ligas Mayores de Baseball (la MLB actual), al arrancar con 10 equipos:
1. Baltimore Orioles
2. Louisville Colonels
3. Washington Senators
4. Philadelphia Athletics
5. Hartford Dark Blues
6. St. Louis Brown Stockings
7. Cleveland Spiders
8. Louisville Grays
9. Cincinnati Reds
10. New York Mutuals
Como se puede apreciar, el béisbol era principalmente jugado de forma organizada en la Costa Este de los Estados Unidos llegando hasta St. Louis, Missouri y Louisville, Kentucky. Esta característica no era ninguna coincidencia, pues el único medio de transporte viable para la época era el tren.
Ya iniciadas las hostilidades en el terreno de juego, empiezan a aparecer los primeros ídolos como el inigualable John McGraw, tercera base de los Orioles de Baltimore, que en tan solo 113 juegos alcanzaba un average de .391 con un increíble porcentaje de embasado de ¡.545!, que después se volvería inmortal como manager. Otros grandes jugadores fueron Fred Clarke y un joven Honus Wagner, jardinero y tercera base respectivamente, de los Coroneles de Louisville. Clarke fue el primer pelotero en rebasar la barrera de los 200 hits en la naciente historia del béisbol, mientras que los registros indican que Wagner empezaba a despuntar por la fuerza descomunal de sus batazos.
Sin embargo, la primera gran superestrella del béisbol sería Adrian “Cap” Anson, primera base de las Medias Blancas de Chicago. Anson, fue el primer jugador en llegar a los 3,000 hits, el primero en batear 3 cuadrangulares en un mismo juego, el primero en volarse 5 veces la barda en dos juegos consecutivos, y el primero en batear 4 dobles en un mismo juego. Si no fuera suficiente, Anson fue el primero en completar dos doble-plays sin asistencia en un mismo juego. Se cuenta que sus reflejos eran tan rápidos que jamás fue golpeado por un lanzamiento.
Anson ganó 4 títulos de bateo –en dos ocasiones con marcas por arriba de los .400 y una con un intolerable .399– y guió a los patipálidos a campeonatos en 1880, 1881, 1882, 1885 y 1886 en su calidad de jugador-manager.
Entre sus muchas aventuras, se le puede atribuir a Anson, la invención –informal, por supuesto– de los entrenamientos de primavera, al llevar a sus muchachos en 1886 a las cálidas tierras de Hot Springs, Arkansas para “reposar” sus cuerpos después de los duros inviernos de Chicago y poder beber cervezas como héroes y leyendas que eran.
Sin embargo, el béisbol organizado estaba todavía lejos de una consolidación que le permitiera crecer. Ya para acabar la década de 1870’s y principios de 1880’s, equipos como los Coroneles de Louisville –uno de los equipos más populares de la época– oscilaban entre la Liga Nacional y la naciente Asociación Americana de BaseBall, así como nuevos equipos se incorporaban a las ligas organizadas de béisbol, como las Medias Blancas de Chicago, los Lobos de Detroit –precursores de los actuales Tigres de Detroit–, los Alleghenys de Pittsburgh –que después serían los famosos Piratas– y los Gigantes de Nueva York.
El sello distintivo de ese tiempo, sin duda alguna, fue el pitcheo. Pitchers como John Clarkson de las Medias Blancas de Chicago, Ed Morris de los Alleghenys de Pittsburgh, Silver King de los Cafés de San Luis, entre otros, completaban faenas de más de 700 innings por temporada. Era una época donde los pitchers lanzaban en forma consecutiva, o si tenían a otro compañero talentoso, cada dos días. Además, en aquél tiempo era una ofensa mayor para el pitcher abridor que fuera relevado de la lomita. La expectativa era, salvo que fuese una catástrofe, que el pitcher que había empezado el juego tenía que terminarlo.
Uno de los grandes titanes de antaño fue John Clarkson. Clarkson, Salón de la Fama, es el pitcher con dos de los más impresionantes récords del béisbol: más innings lanzados en una temporada al igual que el de más victorias en una sola temporada. Su famosa línea de 1885, para las Medias Blancas de Chicago, reza así: 902 IPs, 53 W – 16 L, 1.85 ERA, 0.95 WHIP, 68 CG, 10 SHO.
Clarkson, además de ser un brillante pitcher que supo incorporar una devastadora curva de 12 a 6 cuando su descomunal bola rápida dejó de funcionar, sin duda también fue de esos personajes peliculares del béisbol. En alguna ocasión, un umpire cerca de suspender el juego por la oscuridad de la noche fue retado por Clarkson a que lo continuará, pues en su opinión todavía había suficiente claridad para poder jugar. Entonces, para demostrarlo al umpire, Clarkson le lanzó un limón –si, un LIMÓN– al bateador. Cuando el ampáyer pudo clasificarlo como strike y el cátcher logro mostrar el pedazo de cítrico intacto, el juego fue reanudado.
Historias peculiares, a veces absurdas y que desafían al sentido común, son la sal y la pimienta del juego que todos amamos.
porqueria >:P pero me ayudo con mi tarea :)
ResponderEliminares muy sierto si es una porqueria pero el que la publico se esforso
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