viernes, 10 de septiembre de 2010

Mi corazón es "Vinotinto"

Post colaboración de @Anais_digital, escrito el martes 7 de septiembre de 2010.

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El lunes 06 de septiembre fue un día histórico para el fútbol venezolano: se escuchó el “Gloria al Bravo Pueblo” por apenas segunda vez en una cita mundialista. En esta ocasión, fue el turno de la selección femenina sub-17, que disputa el Mundial de la categoría en las vecinas islas de Trinidad y Tobago, reviviendo la hazaña de la sub-20 masculina el año pasado en Egipto.

Las Vinotintas debutaron con una ceñida victoria por 2-1 ante su par de Nueva Zelanda. La oncena venezolana evidenció algunas debilidades técnicas, pero justificaron la victoria demostrando garra, pundonor y corazón.

Desconozco qué cantidad de venezolanos estaban al tanto de la participación de su país en el torneo. Desconozco qué cantidad está enterada de que Venezuela luchó por un cupo rumbo al Mundial, en el Campeonato Sudamericano sub-17 celebrado en Brasil a principios de año, ante gigantes como Brasil, Argentina, Uruguay y Chile. Yo, personalmente, me reuní con mis amigos a ver el juego y, por fin, alentar a una camiseta con el amarillo, azul y rojo bordado en el pecho. Mi escudo, mi vinotinto, mi país.

Sé que el tema de la Confederación en la que hacen vida las selecciones de fútbol venezolanas está trillado, pero no deja de tener un peso enorme en nuestras aspiraciones, y actuaciones, mundialistas. La ubicación geográfica de Venezuela es envidiable, somos el puerto de entrada a toda Sudámerica, tenemos un clima de trópico espectacular, playas, Andes, Amazonas…todo suena excelente hasta que se habla de fútbol. Estamos rodeados de 9 campeonatos mundiales, logrados por naciones que son auténticas exportadoras de futbolistas profesionales. Y esto únicamente tomando en cuenta la selección masculina de mayores.

Entonces, toma fuerza la creencia de que este factor ha ayudado en nuestra escasa experiencia en campeonatos mundiales. Hasta ahora, se ha tenido una participación muy digna en ambos torneos en los que hemos intervenido, lo que evidencia el fogueo criollo contra muchos de los mejores futbolistas de reconocimiento internacional.

Pero, ¿por qué en su preparación hacia la cita de Trinidad y Tobago, la selección femenina sub-17 no tenía un recinto fijo para entrenar? ¿Por qué la Vinotinto tiene 7 años sin jugar en la capital de Venezuela? ¿Por qué la escasez de fondos, la desidia, la falta de continuidad en los proyectos?

De más está decir que la Federación venezolana de Fútbol deja mucho que desear. De más está decir que es un ente corrupto y podrido. Rafael Esquivel, presidente de la FVF, habrá ejercido este mismo cargo durante 25 largos años al finalizar el período 2009-2013.

En marzo del año pasado se realizó un intento de elecciones en la Federación. Incluso se realizó una campaña, con una plancha opositora que presentó un proyecto de renovación organizacional bastante promisorio. La plancha en cuestión, llamada “Hacia la evolución del fútbol”, proponía enfocar la atención del organismo hacia la verdadera necesidad del fútbol venezolano: el fútbol menor. Como puntos importantes alrededor de este eje central, resaltaron también los entrenadores, los dirigentes, el fútbol femenino y el mercadeo del fútbol profesional, entre otros.

Lamentablemente, debido a supuestas acciones ilegales llevadas a cabo por Esquivel y su gestión, “Hacia la evolución del fútbol” ni siquiera tuvo oportunidad de inscribirse en los comicios. Alegando falta de apoyo de las Federaciones regionales y de los equipos de la primera división del fútbol venezolano a la plancha opositora, Esquivel fue reelecto sin obstáculos.

De más está decir que otros organismos dedicados al deporte en Venezuela, sufren de males parecidos. Empezando por el Ministerio del Deporte. Ahora parece que el tema del color de la camiseta cobra más importancia que los fondos que deben dedicarse a fomentar el deporte en los niños y sacarlos de las calles.

No es que si nos quitan el Vinotinto de la camiseta vamos a dejar de alentar, ya ese color está demasiado arraigado en nuestra venezolanidad y trasciende telas e ideologías. Es que politizar el deporte es indignante y es una de las cosas más bajas a las que puede llegar un ente gubernamental.

Por eso, mañana volveré a reunirme con mis amigos a sufrir, llorar y reír con orgullo por las heroínas de Trinidad y Tobago. Por eso, el domingo en el estadio voy a gritar hasta quedarme sin voz contra una Federación inoperante e inútil, aunque ello signifique no ver a mi querida Vinotinto en Caracas por 7 años más.

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